Bitácora de un viaje al mediterráneo chilote es el título de la obra. Estamos frente a la plasmación escrituraria de los géneros referenciales de la literatura. En el texto confluyen más de uno. Este tipo de escritura pone al enunciante como un punto central del proceso creativo. En la obra de Inmanuel concurren la intrahistoria, es decir, el acontecer de lo que experimenta el autor en un determinado espacio y tiempo.

(Texto e imagen, por Eddie Morales Piña, crítico literario)

Probablemente esta crónica tenga un sentido más particular por cuanto girará en torno a un libro de Inmanuel Molina Ortiz que tiene como referente al archipiélago de Chiloé. Este lugar geográfico tienen resonancias mágicas, maravillosas, por su carácter insular y por la rica tradición legendaria que posee, además de su rica cultura en todo orden, de forma especial en su gastronomía. Si no me equivoco anduve por aquellos lugares en el año 1996 en un viaje inolvidable, sin embargo, no estuve permanente en ese espacio sino en Quillagua. De allí fuimos a Chiloé en aquella barcaza o transbordador a que alude Inmanuel en su escrito, es decir, en su bitácora.

El autor del libro que sirve de motivación de escritura de la crónica es Inmanuel Molina Ortiz, profesor de Castellano, a quien conocí en 1972 cuando ingresé a estudiar a la Universidad de Chile en Valparaíso la carrera mencionada. Por aquellos turbulentos años, el compromiso político y la adhesión al gobierno del presidente Allende era casi sine qua non en el espacio universitario en que entré. Inmanuel era un estudiante comprometido con la causa popular y militante. Al año siguiente, vino el golpe militar y él junto a otros muchos compañeros/as de carrera fueron marginados, expulsados y otros calificativos de la universidad, además de las detenciones, relegaciones y torturas de por medio. A Inmanuel lo volví a encontrar a principios de los noventa en la Universidad de Playa Ancha, al igual que a otros compañeros /as de carrera de principios de los 70. En los noventa era jefe de carrera y se implementó un plan de estudios con el fin de que aquellas personas que no habían terminado la carrera por el golpe pudieran hacerlo a través de un programa ad hoc que se implementó. Es allí cuando Inmanuel será mi alumno y luego le dirigiré su tesis de titulación como Profesor de Castellano. Aquel trabajo estuvo focalizado en una novela del escritor Antonio Gil, Hijo de mí, y posteriormente se convirtió en un libro. Ahora nos entrega su segundo libro donde fija su mirada en el archipiélago de Chiloé.

Bitácora de un viaje al mediterráneo chilote es el título de la obra. Estamos frente a la plasmación escrituraria de los géneros referenciales de la literatura. En el texto confluyen más de uno. Este tipo de escritura pone al enunciante como un punto central del proceso creativo. En la obra de Inmanuel concurren la intrahistoria, es decir, el acontecer de lo que experimenta el autor en un determinado espacio y tiempo. Luego está el tema de la memoria. Esta es la matriz de la que emergen los recuerdos experimentados y que se ponen nuevamente en acto en la escritura. Inmanuel Molina Ortiz ha optado por la forma escrituraria que se denomina bitácora. Generalmente, la bitácora es un diario de a bordo donde el capitán de un navío lleva el registro de los acontecimientos sucedidos en las jornadas diarias. En este sentido, se conecta con el diario. El autor del libro descentra el vocablo, por cuanto no siempre está en una embarcación, a pesar de que por el archipiélago es la forma natural de desplazarse. El relato, por tanto, está focalizado en el transcurrir del autor -enunciante narrativo- por aquel espacio geográfico junto a otras personas invitadas por el poeta Renato Cárdenas, quien en ese entonces vivía en Calen, a visitar Chiloé. En consecuencia, la narración será el testimonio del periplo de Inmanuel junto a los otros por los diversos espacios chilotes a los que los conduce el anfitrión. Renato Cárdenas era también alumno de la universidad en los años a que hice alusión al principio de la crónica. El será una especie de cicerone que va guiando por distintos senderos en este viaje iniciático para varios de los convocados. Chiloé es el espacio casi idílico al que se enfrentarán los contertulios.

En un prólogo, el poeta Renato Cárdenas -hace algún tiempo fallecido- se refiere al mediterráneo chilote, aquí se incubó una forma de vida, una historia y una biogeografía que nos ofrece un molde sobre el cual hay que construir. Por allá por los años setenta, específicamente, en 1972 el escritor de aquellas latitudes Nicasio Tangol publicó en dos tomos Chiloé. Archipiélago mágico, en la colección Nosotros los chilenos (y chilenas diríamos hoy) de la Editorial Quimantú donde nos adentraba en la intrahistoria y la historia local de aquel lugar geográfico de nuestro país dando cuenta de sus mitos y leyendas, sus costumbres y hábitos culturales. El libro de Inmanuel sigue esta huella escrituraria de otros tantos que lo han precedido en dar a conocer el rico venero que posee aquel territorio.

El texto que nos motiva la crónica, el autor lo estructuró en los siete días que duró la invitación del poeta Cárdenas, desde que recibió la invitación en un caluroso verano santiaguino hasta que abandona el espacio vital que lo cobijó a él y a los otros personajes para volver a los diversos destinos. Cada día está centrado en las experiencias diarias que para el autor fueron significativas. Así van apareciendo maravillosos paisajes con su flora y fauna, y la comida. El texto es como un guiño a la Epopeya de las comidas y bebidas de Chile, sólo que ahora centrada en la rica gastronomía chilota, incluido el famoso curanto. El autor se solaza en lo culinario casi como un sibarita, aunque nadie se resistiría ante tales ofrecimientos culinarios. La obra tiene una hermosa portada donde se muestra una minga chilota, una de las tradiciones más significativas del archipiélago y se complementa con hermosas fotografías del autor en su viaje por el lugar, entre ellas las famosas iglesias patrimoniales y la mención de la relevante fiesta religiosa del Jesús Nazareno de Caguach. En síntesis, el texto de Inmanuel se lee con agrado por cuanto da cuenta de una experiencia vital de quien ama el espacio descrito. El relato está muy bien escrito y quien ingresa en él se va imaginando el viaje del autor, quien actualmente reside en Valparaíso.

(Inmanuel Molina Ortiz. Bitácora de un viaje al mediterráneo chilote. Valparaíso. Autoedición. 2022. 79 pág.).

(El libro se puede adquirir en los siguientes lugares: Santiago, Discomanía, 21 de mayo 583, local 894; Valparaíso, Mar de Libros, Esmeralda 1124: Librería Crisis, Blanco 1065; Dalcahue, Decocalen Pedro Montt 280-B/285; Castro, Librería Anay, Blanco Encalada 140).

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