El texto de Barría -nacido en 1953 y fallecido en 2020- es un diario no convencional, pues se trata de una serie de meditaciones que aparecen señalizadas por números romanos donde el enunciante va fijando su mirada en diversas situaciones que son tematizadas. Se trata, efectivamente, de naufragio de la existencia en medio de un tiempo y espacio ominosos.

Crónica e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario.

El título de este libro tiene ribetes de ser de un relato novelesco o de un texto referencial de aquellos que se escribieron en los tiempos de los grandes descubrimientos geográficos. En sí mismo el diario como género es una manifestación escrituraria que da cuenta del acontecer de un sujeto /a en un tiempo y espacio determinados. De esta manera, el diario ha tenido diversas modulaciones en su historia, incluido los diarios de navegación y los diarios de vida. En sentido estricto, el diario como forma genérica posee en su propio autor al lector. En otras palabras, el diario está cerrado para los otros. Sin embargo, sabemos que los diarios sea de la índole que adopten, han terminado abriéndose.

El libro de Alfredo Barría Troncoso (publicado el 2022) es una metáfora vivencial de aquel en su intrahistoria que se nos revela. El texto de Barría -nacido en 1953 y fallecido en 2020- es un diario no convencional, pues se trata de una serie de meditaciones que aparecen señalizadas por números romanos donde el enunciante va fijando su mirada en diversas situaciones que son tematizadas. Se trata, efectivamente, de naufragio de la existencia en medio de un tiempo y espacio ominosos. De cierto modo, el diario se convierte en un testimonio memorístico. El subtítulo de la obra, además, nos sitúa en una referencialidad específica: el Cine, pues el concepto de fotograma pertenece a la retórica y al campo semántico del arte cinético: Fotogramas de Chile entre 1973 y 1979.

El lector/a en su primera aproximación a un libro coge la portada. Esta se concreta como un paratexto. En la obra de Alfredo Barría apreciamos dos rostros, un hombre y una mujer -Claude Lelouch, dixit-. Ella mira hacia quien la tiene en el punto de enfoque de la cámara fotográfica y esboza una sonrisa. Es una mujer joven. Él está manipulando una máquina filmadora y tiene sus ojos centrados en el lente. También es un hombre joven. En medio de estos rostros están el título y el subtítulo, el autor del diario y su editor, Jaime Córdova. Al interior del libro -en la sección de los fotogramas- sabremos quiénes son ellos: Carmen Bueno y Jorge Müller, cineasta y camarógrafo, militantes del MIR, detenidos desaparecidos en la dictadura.

La portada, en consecuencia, viene a revelar el sentido del naufragio como metáfora de una realidad histórica concreta. Ambos rostros son de por sí un testimonio de la barbarie y de la perduración de sus vidas más allá de la muerte. Porque esta temática entrecruza los distintos segmentos del diario de Barría. Un diario de muerte (Enrique Lihn, dixit) podría ser también. La muerte que se viene tan callando (parafraseo un verso de Gonzalo de Berceo, el poeta medieval). Además, hay otro dato textual en esta portada. Debajo del nombre del autor, entre paréntesis, se muestra otra denominación nomen: Antoine Doinel, el nombre del protagonista del filme de F. Truffaut, Los 400 golpes, que Barría utilizaba como seudónimo para sus críticas de cine. La escogencia de este nomen puede ser también emblemática. Por tanto, este libro breve -inconcluso- trata de un diario de un hombre de cine en un espacio tiempo donde se produce el Golpe militar y los años posteriores, con prolepsis narrativas -es decir, evocaciones de un pasado lejano o reciente-, en que se va configurando su existencia.

El soporte fundamental de esta es el arte cinematográfico. Los filmes mencionados en los segmentos se relacionan con la experiencia individual y societal (la incorporación de un texto -carta- de un compañero suyo de colegio, Rodrigo Alcázar, a quien encuentra relegado en Arica, está inserto como un testimonio) Varios de estas obras cinematográficas revelan también aquel momento histórico de su emergencia. En la portada interior, el año 2017 indica el momento de la escritura de esta obra editada por Jaime Córdova.

El texto de Alfredo Barría está precedido de varios prólogos -es algo no común en estos tiempos- de personas que lo conocieron y dan testimonio de su personalidad y su pasión por el Cine, por la enseñanza en la apreciación cinematográfica y por la entrañable memoria que dejó en quienes lo conocieron y compartieron con él. Dentro de estos paratextos, se destaca su creación del Festival Internacional de Cine de Valparaíso fundado hace varios años, y que ahora es el Festival Internacional de Cine Recobrado de Valparaíso. El epílogo del diario está constituido por los fotogramas. Una serie de imágenes con su correspondiente escritura. El fotograma como escritura visual refrendada por la otra escritura. Las imágenes contextualizan el cronotopo bajtiniano. Finalmente, otros paratextos significativos y plenos de connotaciones son el epígrafe de Walter Benjamin (No existe documento de cultura, que no sea a la vez documento de barbarie) y la mención de las palabras escritas en el memorial a Benjamin en Gerona.

En definitiva, el libro póstumo de Alfredo Barría-Antoine Doinel es un valioso texto que testimonia parte de una época con la mirada atenta de un hombre inmerso en el Cine y a través de él en el tiempo que le cupo vivir en este mundo. Su presencia sin duda que es insoslayable y perdura más allá de la muerte. En el contexto de la conmemoración de los 50 años del Golpe, esta obra adquiere vívidas resonancias.

(Alfredo Barría Troncoso. Diario de un naufragio. Fotogramas de Chile entre 1973 y 1979. Jaime Córdova, editor. Valparaíso. Diseño e impresión Universidad de Playa Ancha. 2022. 98 pág.)

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