Profesor Eddie Morales Piña, exponiendo en el Festival de Cine Recobrado de Valparaíso.

La mayoría de los críticos y estudiosos del cine han argumentado que Il vangelo di Matteo es una obra estéticamente perfecta. En un libro de Antonio Martínez y Ascanio Cavallo publicado en 1995 se sostiene que “el italiano Pier Paolo Pasolini, intelectual apasionado y marxista declarado y convencido, fue quien llevó al cine la más notable e imperecedera versión de la vida de Jesucristo

(Crónica literaria e imagen referencial por Eddie Morales Piña)

Recientemente hemos participado en el Simposio sobre la obra cinematográfica de Pier Paolo Pasolini (1922-1975) en el contexto del Festival Internacional de Cine Recobrado en su versión vigésimo cuarta. En esa oportunidad nos hemos referido a uno de los filmes más emblemáticos del cineasta e intelectual italiano: Il vangelo di Matteo (1964). Cuando el director del festival, Jaime Córdova, nos solicitó nuestra presencia en dicho evento, pensamos referirnos a las adaptaciones fílmicas que realizó Pasolini en torno a obras literarias tanto de la Antigüedad clásica como del pre Renacimiento: Medea de Eurípides, Las mil y una noches, El Decamerón de Boccaccio, Los cuentos de Canterbury de Chaucer. Sin embargo, al final, tomamos la decisión con el director de que me abocara a la versión pasoliniana del Evangelio según San Mateo, uno de los cuatro evangelios canónicos neotestamentarios. Independientemente de que para un creyente los escritos contenidos en la Biblia sean palabra inspirada por Dios, como textualidad comparte la misma textura que el resto de los escritos, especialmente los que se catalogan como literarios. En este sentido, Pasolini dialogó como cineasta con discursividades literarias, especialmente en lo que después se denominó la Trilogía de la vida.

Il vangelo de Matteo, la película, la abordamos desde el texto que le sirve de base a Pasolini, es decir, el escrito canónico que según los biblistas debió haber sido redactado en idioma griego para las comunidades cristianas palestinenses o de Siria hacia los años 80 por un judío cristiano. En otras palabras, nuestra perspectiva de lectura del filme fue mostrar la estructura estructurante del Evangelio según San Mateo con el fin de señalar las claves insertas en el texto y apreciarlas luego en la imágenes fílmicas que plasmó Pasolini en su obra. No es un misterio de que el cineasta reveló una fidelidad a la estructura del texto bíblico para configurar el filme.

Desde el punto de vista de la contextualización histórica en que se gestó el filme, no se puede soslayar que se estaba desarrollando el Concilio Vaticano II (1962-1965) cuando Pasolini escoge uno de los evangelios. El de San Mateo ha sido representado iconográficamente con la figura de un hombre (a veces transformado en ángel), pues comienza con la genealogía terrena de Jesús. La película está filmada en blanco y negro y tiene una extensión de 142 minutos. Como es bien sabido, los actores no eran profesionales, sino que el cineasta los convocó especialmente desde el mundo popular, lo que era habitual en él como director (incluso aparece su madre como la Virgen María).

La mayoría de los críticos y estudiosos del cine han argumentado que Il vangelo di Matteo es una obra estéticamente perfecta. En un libro de Antonio Martínez y Ascanio Cavallo publicado en 1995 se sostiene que “el italiano Pier Paolo Pasolini, intelectual apasionado y marxista declarado y convencido, fue quien llevó al cine la más notable e imperecedera versión de la vida de Jesucristo”. Efectivamente es así; sin embargo, no se trata de una biografía de Jesús de Nazareth sino de la visibilización en imágenes del mensaje evangélico. Los evangelios son, en sentido estricto, lo que la palabra significa: la buena noticia o la buena nueva del Verbo de Dios encarnado. En este sentido, Pasolini mediante las imágenes del filme logra transmitir prístinamente lo que el evangelio recoge de manera literaria. Martínez y Cavallo afirman que “su grandeza reside en filmar la mayor historia de un hombre de la manera más humilde y silenciosa posible”.

Paralelamente a la preparación de la exposición en el mencionado Simposio pasoliniano, estábamos leyendo un libro del cineasta italiano –quien, además, era un escritor y poeta sobresaliente- que reúne misivas que fueron publicadas en periódicos. El texto se titula Cartas luteranas (2017). En estas cartas Pasolini se muestra como un hombre comprometido con su tiempo que desde su manera de pensar ilumina el acontecer político-social y cultural de la sociedad italiana de fines de los sesenta y primeros años de los setenta hasta su trágica muerte –en realidad, un horrible homicidio- ocurrida en 1975. Las cartas nos revelan a un Pasolini casi profético. Muchas de sus opiniones acerca de los sucesos, aconteceres, personajes y avatares del tiempo histórico que le cupo vivir resultan ser casi del presente. Con un estilo atrayente de escritura, mordaz y, a veces, sarcástico e irónico, pone en evidencia su profunda mirada sobre la sociedad italiana realizando una crítica social muchas veces radical. Sin duda, de la lectura de estas cartas queda en evidencia que Pasolini supo mantenerse al margen de cualquier complicidad con el poder. Por las cartas van desfilando personajes y partidos políticos a los que interpela, especialmente democristianos, pero también a los comunistas. Entre las cartas está aquella que se titula “Abjuración de la Trilogía de la vida” (en que se refiere a las películas basadas en las obras literarias) y la que le dirige al escritor Italo Calvino.

Por último, también había leído previo al Simposio, Supervivencia de las luciérnagas (2012) de Georges Didi-Huberman donde la figura de Pasolini emerge de manera destacada. Al comienzo de este ensayo hay unos versos del cineasta italiano: “La luz es siempre igual a otra luz.// Después varió: de luz se convirtió en alba incierta/ / (…) y nueva luz tuvo la esperanza”: versos que de cierto modo lo reflejan en su plenitud. Esa luz, sin duda, se transparenta en su Il vangelo di Matteo.

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