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¿Es posible una sociedad humanizada que pueda enfrentar el miedo de su enemigo invisible?

Rubén Durán. Licenciado en Trabajo Social, U Arcis.

El pasado 18 de Octubre en Chile, así como los diversos enfrentamientos sociales tanto en Francia como en Corea del Sur y la pandemia actual de COVID-19 nos han entregado numerosas lecciones sobre el proceso de globalización, deslegitimación de la clase gobernante, falta de políticas públicas efectivas en materias de salud, educación, pensión, etc. pero la más importante: el sistema de vida actual está en jaque.

El neoliberalismo desenfrenado y despiadado tal cual lo conocemos se pone en cuestión, no solo por las respuestas de los gobiernos en el mundo, sino más bien por la condición humana ante el desastre; acciones desesperadas por lo desconocido, ante la vida o la muerte. Esa humanidad des-humana que bajo la pulsión de vida-muerte tiende a emerger, vuelve a ser un mamífero asustado de la oscuridad viviendo en cuevas. Ese es el verdadero espíritu del neoliberalismo, el miedo. La exacerbación del individuo y del consumo son solo síntomas del verdadero ethos neoliberal. La crisis global nos deja desnudos y frágiles, este Homo Economicus tambalea ante la fundamentación de la vida, de la supervivencia. Esa humanidad presa del miedo a la oscuridad, sumergida en la caverna, enfrentó su miedo con la luz y el calor brindados por el fuego, pero principalmente con la humanización del mismo, lo hizo carne y suyo, no lo externalizó, formó parte de su condición humana y logró el progreso sabiendo que otros viven el mismo miedo.

Pero este miedo condicionado por la sobrevivencia es diferente al que el neoliberalismo impone. El neoliberalismo nos fabricó miedos artificiales mediante la ligereza de la propia existencia y la banalización de la vida, conformando así una inmortalidad absurda, transcurriendo sin ningún propósito más que cumplir expectativas para enfrentar el temor constituido por este sistema de vida. Así nace una sociedad del miedo, que al afrontar a uno “verdadero”, se imposibilita de recurrir a la forma en que hace millones de años la humanidad enfrentó sus miedos primigenios. Esto nos pone un escenario oscuro, digno de Black Mirror o de un fin apocalíptico del ser humano.

¿Es posible una sociedad humanizada que pueda enfrentar el miedo de su enemigo invisible?

La respuesta a eso no es tan clara, pero si es necesario una vuelta hacia lo humano, hacia la verdadera condición humana. No ocultando nuestras debilidades, sincerándolas y demostrando que, aunque frágiles y débiles, somos más que una sociedad basada en superficialidades. Esta pandemia nos brinda la oportunidad de valorar lo que realmente es necesario para la vida, que la única manera en que el hombre pudo salir de esa caverna y enfrentar a su enemigo invisible en la noche primigenia fue a través de la colaboración, desde lo colectivo, lo fraterno, posibilitando que podamos sobrevivir ante ello como comunidad.

Por una parte, se hace necesario políticas y acciones de acorde al momento coyuntural el cual estamos enfrentando, desde una perspectiva que sea acorde a la dignidad y lo ético. Que los gobiernos actúen en pos de salvaguardar la vida de su población más allá de los intereses económicos que puedan verse mermados. Pero más importante aún, que nos humanicemos. Así, podemos desnudar a la sociedad actual y ver a través de su carne y sus huesos, mostrando como somos realmente y quienes son los que nos des-humanizaron y nos despojaron de nuestro derecho a vivir en paz. Que sea la oportunidad de encontrarnos, para que así, a ese enemigo invisible tal como esa oscuridad de la noche primitiva de la sociedad humana, una que todavía nos sofoca y nos hace ser presas del temor, podamos iluminarla con el fuego de nuestra humanidad.

Las opiniones vertidas en esta columna son de responsabilidad de quien las emite. Y no necesariamente, va de la mano con la línea editorial de Espacio Regional.

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