Hija bastarda (2009) es un volumen de microrrelatos cuyo mismo formato libro apunta como una dimensión metafórica a los textos que se encuentran en su interior. El título con que se abre la escritura es provocador. En realidad, los minicuentos tienen este sentido. La provocación al lector/a complaciente.

Crónica e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario.

En el contexto del próximo Encuentro Internacional de Minificción organizado por la Corporación Letras de Chile es que escribimos esta apreciación estético-literaria respecto a algunas de las obras de la escritora chilena Patricia Rivas, publicadas hace algún tiempo y que desconocíamos. En consecuencia, nos hemos encontrado con una solvente narradora en lo que se ha denominado el género del tercer milenio: el microrrelato o la minificción, o como quiera denominárselo. Esta forma genérica se emparienta con su hermano mayor que es el cuento que -como es bien sabido- es un formato escriturario de larga historia, donde el hermano menor también tiene una prosapia que se puede rastrear temporalmente.

Nunca está de más recordar que, si el cuento puede ser definido como un artefacto verbal breve, y la brevedad en este caso cae dentro de la subjetividad de cómo la entendemos, el microrrelato, por su parte, ahonda, profundiza, en dicha cualidad. La brevedad exigida a su máxima potencialidad es como la cualidad intrínseca de dicho formato. Los teóricos han fijado el límite de la extensión de un microcuento -y aquí vamos jugando con sus diversas denominaciones del género- en la página, en los párrafos, en la línea para ir configurando una historia con sentido completo o incompleto -es decir, con un final abierto que el lector/a podrá cerrar o dejarlo tal como lo recibió. Si el cuento -el hermano mayor- sorprende por knockout, como decía el cronopio mayor, con mayor razón debe hacerlo el relato hiperbreve. Patricia Rivas lo sabe y quien haya leído los textos que hemos conocido podrá dar testimonio de aquello.

Hija bastarda (2009) es un volumen de microrrelatos cuyo mismo formato libro apunta como una dimensión metafórica a los textos que se encuentran en su interior. El título con que se abre la escritura es provocador. En realidad, los minicuentos tienen este sentido. La provocación al lector/a complaciente. La actitud de quien narra es desacralizadora al momento de tematizar acontecimientos, motivos o personajes -como lo enseña la vieja -pero no por ello menos vigente- teoría literaria. Los asuntos giran alrededor de sucesos que forman parte de la vida cotidiana en este tercer milenio. La mirada femenina y feminista a la realidad no está ausente. La deconstrucción de lo instituido patriarcalmente también se evidencia, así como los metarrelatos de la historia, entre estos la religiosidad. La voz narrativa que se trasunta en los microcuentos es de carácter denunciativa, transgresora e irreverente dentro de los márgenes de la narratividad, por ende, en la ficcionalización. Varios textos aluden a la violencia de género -que también resulta ser un eje configurador de los microrrelatos en el otro volumen que hemos leído, lo que marca una distinción aguda en la escritura de Patricia Rivas. Un relato escogido al abrir azarosamente una página: Suicida. Quiso terminar con todo. Regresó a la casa del marido maltratador. Habiendo pasado catorce años desde su emergencia, el libro es absolutamente contundente como escritura minimalista.

Transacciones (2019) es un sobresaliente libro donde se profundizan los caracteres escriturarios de Patricia Rivas demostrados en el anterior texto. Lo primero que llama la atención del lector es el título, pues se trata de un término cuyo campo semántico proviene de los acuerdos comerciales entre dos partes, aunque también alude al verbo transigir, es decir, admitir o aceptar las ideas de otro con el fin de llegar a un acuerdo, o bien, en otra acepción, soportar, admitir o permitir alguna situación que no nos gusta o que va en contra de los principios propios. El lector/a sabrá discernir a través de la lectura la razón del título del volumen que está dividido en cuatro partes: de Memoria, Artificiales, Igualdad, Antiquus. Las diversas modulaciones escriturarias de los distintos segmentos nos revelan de qué modo la escritura mínima transita por diferentes espacios narrativos que son tematizados bajo los parámetros de este género. El carácter polimorfo del relato ultracorto encuentra en este libro de la autora una muestra de por sí de manera clara evidenciable, especialmente en lo que dice relación a los asuntos narrativizados. Los textos de la primera sección aluden a un espacio memorístico de una época oscura en el devenir de nuestra historia; son los espacios del Golpe y todo lo que este trajo consigo. De cierto modo, resultan ser relatos mínimos testimoniales: Llega la hora del toque de queda, nos obstante, un niño desea seguir jugando. Llama al ángel de la guarda, pero solo ve en el cielo helicópteros encandilando una próxima víctima. Persiste en la plegaria sin visualizar la divina presencia. Continúa escondida. La siguiente sección nos abre al mundo artificial -ahora estamos entrando en la denominada inteligencia artificial-, pero donde el ser humano sigue siendo el mismo con todas sus falencias transgresoras, lo que se ahonda en el segmento siguiente. Resulta interesante la reescritura del mundo antiguo de la última sección donde queda demostrada la agudeza narrativa de Patricia Rivas para deconstruir lo mítico.

Cof Cough (2014) es un hermoso apólogo posmoderno. Se trata de un pequeño libro destinado a lectores/as que se inician en el proceso de la lectura y pertenece a una colección de cuentos ilustrados. Lo denomino apólogo porque en esta escritura mínima se desprende una enseñanza o consejo moral. Patricia Rivas desenvuelve el relato sobre la base de un concepto habitual en nuestro devenir cotidiano: la contaminación por la emanación de humo. Poco a poco los/as niños/as van tosiendo, formando un inmenso coro de toses que clama porque haya un aire puro y limpio. Como en todo apólogo o fábula, se termina con una lección ética. El libro se complementa con unas significativas ilustraciones que complementa la escritura, además de ser un texto bilingüe.

En definitiva, la lectura de parte de la escritura de Patricia Rivas ha sido un verdadero descubrimiento de una autora que maneja con soltura la retórica del relato ultracorto, y que además debiera -una sugerencia- seguir incursionando en la creación para los/as lectores/as infanto-juveniles que ingresan al ámbito de la Literatura.

(Patricia Rivas. Hija bastarda. Santiago: Ediciones Asterión. 2009. 70 págs.// Transacciones. Santiago: Ediciones Eutopia. 2019. 61 págs.// Cof Cough. Santiago: Ceibo ediciones. 2014. 19 págs.).

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