Recientemente hemos leído y mirado el libro-álbum Rapa Nui. La primera editorial chilena de literatura infantil de Manuel Peña Muñoz y Claudio Aguilera Álvarez. Cuando uso el participio del verbo mirar lo digo a propósito, por cuanto una buena parte del texto contiene las imágenes de las portadas de las obras publicadas por la editorial y unas cuantas que son inéditas. La portada de esta obra que rescata el acervo cultural de la literatura infantil en Chile nos muestra una niña con unas hermosas trenzas que no es otra que la protagonista de una narración de Hernán del Solar, titulada La porota con ilustraciones de Elena Poirier en 1947.

El nombre de Hernán del Solar está indisolublemente ligado a la editorial Rapa Nui, porque él la fundó junto al escritor catalán Francesc Trabal en 1946. De acuerdo con la historiografía literaria esta fue, sin duda, una aventura libresca, ya que por aquellos tiempos a pocos les interesaba el segmento de lectores infanto-juveniles, más aún en un espacio como el de Chile. Pero tanto Del Solar como Trabal se embarcaron en este proyecto sin siquiera sospechar que con el tiempo los libros publicados se convertirían en objetos de culto. Hoy tener ejemplares de los libros de Rapa Nui es un verdadero tesoro bibliográfico. Mi experiencia lectora con los libros de la editorial probablemente se remonta a mi época de estudiante de la educación primaria -como se decía entonces, hoy es educación básica- en una biblioteca escolar. Después fui leyendo otros textos del catálogo -hoy lo es-. En algún momento de mi historia académica tuve que enfrentarme a la literatura infanto-juvenil y enseñarla, y allí estuvo la editorial Rapa Nui. Es en aquel tiempo que me enfrasqué en una investigación sobre esta área y los libros cuyas portadas observo ahora en el libro de Peña Muñoz y Aguilera Álvarez fueron una presencia insoslayable. La lectura de los libros de Rapa Nui fue verdaderamente enriquecedora desde mis primeros tiempos de la aventura literaria. Probablemente, por esto, es que sigo leyendo obras destinadas a este segmento etario, aunque para mí la Literatura es una sin distinción de edades.

En la editorial de Del Solar y Trabal, sin duda, que la imagen de aquel es imperecedera. Hernán del Solar nació en Santiago en 1901. Alfonso Calderón -otro autor imprescindible de nuestra literatura- describió con estas palabras al autor de varios textos de Rapa Nui con su nombre o con seudónimos -a veces estrambóticos-:Bajo, recio, con algo de actor francés de carácter de la década del cuarenta, permanentemente allegado a las obligaciones del voto de modestia. Hernán del Solar transforma siempre a sus interlocutores en personas importantes, reservándose él un inequívoco segundo plano. Generoso, directo, tierno. Una santa paciencia, matizada muy a lo lejos con indignaciones espontáneas, y una falta de soberbia constituyen su más sólido haber personal. La anterior semblanza se condice con la otra actividad que Del Solar desarrolló por años en la prensa. Su labor de crítico literario se caracterizó porque siempre supo sacar un bien, aunque un texto dejara menos que desear. En otras palabras, una palabra juiciosa y no demoledora. Este hombre estaba destinado, en consecuencia, a ser uno de los propulsores de la literatura infantil chilena mediante la editorial creada junto a Trabal.

El libro-álbum de Manuel Peña Muñoz y Claudio Aguilera Álvarez dan cuenta de este proyecto editorial que se transformó en una hermosa realidad para muchos lectores/as, entre los que me cuento. Los prólogos que anteceden la profusión de las portadas y láminas son muy esclarecedoras para comprender y entender la relevancia que tuvo -y tiene- en la historiografía literaria chilena esta aventura que sin querer transformó las portadas de los libros publicados en verdaderos íconos de una forma artística donde destacan la imaginación, lo maravilloso, en definitiva, lo poético -entendiendo esta palabra como la creación. Hernán del Solar, no cabe duda, que tenía una imaginación prodigiosa. Amaba a los niños y a las niñas y como expresión de este sentimiento escribió más de cuarenta volúmenes de relatos dentro de los parámetros narrativos del mundo imaginario para noveles lectores. Como lo dije más arriba, no sólo lo hizo con su nombre, sino que inventó múltiples seudónimos para las historias -en los prólogos queda aclarado el porqué lo hizo así. Abelardo Troy, Ricardo Chevalier, Juan Cameron, Clovis Kerr, Walter Grandson, Aldo Blu, son algunos de estos alter ego de Del Solar. Con su nombre publicó, por ejemplo, Las aventuras de Totora, Cuando el viento desapareció, Mac, el microbio desconocido, La Porota, Nap y Moisés, detectives. La fantasía y la naturalidad se combinan admirablemente en las narraciones del autor, configurando una atmósfera mágica que captura desde las primeras páginas al lector. Los ambientes y espacios son múltiples, así como las temáticas. Desde el lejano reino de Cuando el viento desapareció, hasta el mundo submarino de las Memorias de una sirena; desde amenas narraciones de piratas (Rip, el bucanero) a los relatos policiales que tienen como protagonistas a los simpáticos perros Nap y Moisés (El club de las cigarras), émulos de Sherlock Holmes y Watson, entre otras obras, la narrativa de Hernán del Solar nos encanta en el más prístino sentido del verbo.

La obra de Peña Muñoz y Aguilera Álvarez es un importante rescate de parte de nuestra historia literaria, en este caso de la literatura infantil chilena. Los prólogos son ilustrativos para aquilatar en plenitud lo que significó la Editorial Rapa Nui en el contexto de nuestra cultura bibliográfica. Las portadas registradas son una maravilla en sus ilustraciones que servían de soporte a unos libros de tapas duras en cuyo interior también las había para dar cuenta mediante la imagen aspectos del contenido narrativo. Entre otros, están los nombres de Aníbal Alvial, Elena Poirier, Jorge Christie, Darío Carmona, Mario Silva Ossa.

En definitiva, estamos frente a un libro-álbum con dos prólogos sobresalientes que nos permiten recordar un hito fundamental en la literatura infantil chilena. Quienes ingresen en sus páginas quedarán envueltos en las maravillas de mundos imaginarios donde la creación de Hernán del Solar fue esencial.

Por admin

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