Comienzo la crónica con una afirmación que bien pudiera ser la conclusio de nuestro escrito acerca de la escritora Lilian Elphick; sin duda, que estamos frente a una maestra en el género del tercer milenio, el microrrelato, o como quiera ser denominado, porque se le puede llamar minicuento, microcuento, cuento en miniatura, microficción y un largo etcétera. El texto que hemos leído recién en formato digital nos reafirma la idea de que Lilian es una narradora excepcional en el relato ultracorto -otra denominación. Conocí a la autora de Animalia un pequeño volumen -como la escritura que contiene- en Valparaíso el año 2004 en un congreso internacional de teoría, crítica y creación literaria sobre el relato que puede ser leído a la espera del verdugo, como alguien dijo por ahí. Después le seguí su huella escrituraria en diversos textos donde ha demostrado su experticia en este género discursivo que se remonta a épocas lejanas, aunque ahora se le ubica a partir del siglo pasado. Probablemente, por ejemplo, el Arcipreste de Hita o don Juan Manuel no sabían que cuando concluían sus relatos con aforismos o dísticos estaban entregando la semilla de lo que se convertiría andando el tiempo en los textos mínimos, incluido aquellos de una sólo línea como el famoso y reescrito dinosaurio de Monterroso.

El microrrelato se emparienta con el cuento. Esto es aquella especie narrativa que fue primero que la novela. La narratividad es la condición de ambas formas discursivas, sólo que en el relato mínimo los códigos del acontecer, del espacio y el tiempo están concentrados al máximo, por eso que puede ser una sola línea, un dístico, o un párrafo. En este carácter sintético se esconden las múltiples resonancias estéticas e interpretativas que pueden generar estos escritos. Si escribir un cuento que gane por knock out es una proeza, con mayor razón lo es el microrrelato. Lilian Elphick lo ha logrado con creces. Tiene una imaginación sorprendente que logra convertirla en relato mínimo. De más está decir que en esta minúscula forma escrituraria, la ironía, la parodia, la intertextualidad, lo carnavalesco, lo lúdico, la sorpresa del desenlace y otras manifestaciones retóricas se muestran en plenitud al lector.

Animalia es un conjunto de más de una veintena de textos mínimos, además de una sección que se denomina Nostalgia de los días por venir. Esta es una secuencia narrativa de seis narraciones que parecieran ser autónomos -así se leen-, pero que en el trasfondo son una sólo unidad significativa. La clave interpretativa nos indica que los primeros textos se relacionan con la otra secuencia en tanto que formamos parte de un solo reino: animalia. El título del volumen nos parece genial. Los relatos tienen como protagonista a los hermanos menores, como diría San Francisco de Asís. En vez de animales, Lilian Elphick usa la denominación de animalia lo que le da al contenido un sentido más cercano y de empatía con lo zoológico. Efectivamente, el reino de animalia nos conecta con una diversidad de seres que forman parte de un mundo biodiverso. La animalia de Lilian va por este derrotero con la salvedad de que no se trata de una descripción morfológica -pues incluye animalia imaginaria-, sino que como obra literaria nos sumerge en la ficción mediante procedimientos retóricos, como la relectura de algún clásico de la literatura -Kafka, siempre Kafka, el imprescindible- o bien apelando a la enciclopedia cultural de quien lee, como en el caso de la perrita Laika o del empampado Riquelme. Por otra parte, hay una actitud por parte de los narradores -Lilian, pero trasmutada en el lenguaje en un emisor- en que se apela a la defensa de quienes forman parte de la casa común -el Oikos de los griegos- es decir, los hermanos menores junto a los humanos. El texto con que se abre este volumen de Lilian es magistral. El cazador sobresaliente que termina siendo cazado frente a una tigresa y sus crías: llamado a aniquilarla con su rifle y puntería experta, en el momento recuerda a todos la animalia masacrados y cuyas cabezas disecadas formaban parte de su decoración hogareña y baja el rifle. El relato tiene un desenlace que no divulgaré. El texto Bobby -nombre perruno habitual- nos revela la triste realidad de los caninos o felinos abandonados o extraviados. Bobby -referencia intertextual a la novela Patas de perro de Carlos Droguett- a través de su propia habla da cuenta de su forma mísera que se puede extrapolar a la condición humana. Relato maestro. En Unicornios, Lilian nos lleva a la imaginería de la animalia literaria, fantástica, maravillosa, donde se entrecruza la realidad y lo imaginario mediante un tapiz medieval. La perrita Laika para todos quienes fuimos coetáneos inmediatos de la carrera espacial entre las dos potencias que se disputaban el espacio sideral, es un icono de la incuria de la especie humana. Una indefensa animalia lanzada hacia lo desconocido en una cápsula hermética en busca del saber humano, pero a costa de un hermano menor. El microrrelato Laika nos recrea en dos párrafos tamaña felonía con una conclusión apabullante. En El don la autora reinterpreta de manera magistral la presencia de Gregorio Samsa el protagonista de la novela de Kafka, La metamorfosis. El relato tiene como voz narrativa a Gregorio quien interpela a Franz y el desenlace es sorprendente.

En síntesis, Animalia, la obra con que Lilian Elphick se hizo acreedora del primer premio del Certamen Internacional de Libros de Microficciones Premio Manuel Peyrou 2023 de Argentina, es un libro que no hace más que corroborar nuestra afirmación inicial: estamos frente a una maestra en el género del microrrelato. Quien se adentre en su lectura no quedará defraudado, sino, por el contrario, estéticamente sorprendido y agradado.

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