Estamos frente a un libro que se adscribe a la nomenclatura de una antología, pues en el texto se hace una recopilación de la producción lírica del poeta chileno Oscar Hahn (Iquique, 1938), Premio Nacional de Literatura 2012, dedicada a uno de los formatos escriturarios de la poesía que ha prevalecido hasta el presente, ya que su formalización ocurrió hace siglos atrás. Se trata de la forma estrófica denominada soneto. Desde el punto de vista de su continente, la obra de Hahn muestra en la portada una pintura de Stancy Hahn, titulada Los amantes de Rodin. La imagen no es azarosa, ya que una buena parte de los sonetos tematizan el motivo del amor y de los amantes. La portada como paratexto es casi pulcra, sin mayores aditamentos donde resalta la creación de Hahn, la pintora, en un encuadre blanco donde están el título y el nombre de Hahn, el poeta.

Por otra parte, la denominación del libro tiene una connotación especial, ya que no recoge como apertura uno de los títulos de los sonetos antologados, sino que los engloba mediante la frase el Arte. En otras palabras, el texto se nos muestra como un ejercicio escriturario donde el manejo de la forma estrófica encuentra una constitución textual ejemplar. Dentro de la poética de Hahn, el soneto no le ha sido ajeno, y el libro es una exhibición escrituraria de su ejercicio.

Oscar Hahn de acuerdo con la historiografía literaria, se encuentra formando parte de la constelación de poetas líricos que comienzan el proceso de producción textual en la década de los años sesenta del pasado siglo, junto a Waldo Rojas, Gonzalo Millán, Manuel Silva, Floridor Pérez, Jaime Quezada, entre otros significativos autores. Con más de uno de ellos comparte las mismas inquietudes temáticas y tópicos como, por ejemplo, la presencia de lo apocalíptico, la conciencia plena del mester del sujeto lírico, el lenguaje muchas veces coloquial, el verso libre, la intuición de lo numinoso.

Históricamente, el soneto como composición poética aparece en el concierto de la literatura en Italia y se afianzó con Petrarca en su Cancionero -además de Dante, en su Vita nuova-. Como forma escrituraria lírica el soneto se clasifica entre las composiciones de arte mayor, precisamente porque está compuesto por catorce versos endecasílabos agrupados en cuatro estrofas; las dos primeras denominadas cuartetos; las dos siguientes, tercetos. Los versos generalmente son de rima consonante en su forma clásica. Esta estructuración hace que el soneto despliegue la tematización concluyendo la idea matriz en la cuarta estrofa, es decir, en el cuarto terceto. En España durante el Siglo de Oro fueron famosos sonetistas, Garcilaso de la Vega, Lope de Vega, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo, Calderón de la Barca y el propio Miguel de Cervantes. En el México virreinal, sin duda, destaca Sor Juana Inés de la Cruz. Andando el tiempo, la forma clásica de la estructuración del soneto se alteró, en el sentido de que se mantuvieron los cuartetos y los tercetos, pero se modificaba las sílabas métricas o la rima. Hahn, sin duda, que conserva el espíritu, pero también da una vuelta de tuerca notable.

El Arte del Soneto de Oscar Hahn, por tanto, se acoge a una larga tradición histórica del cultivo del soneto donde el motivo del amor ha tenido su mejor expresión. La antología contiene cuarenta y dos composiciones, más un tríptico lo que da como resultado cuarenta y cinco sonetos. En el libro el lector/a se encontrará con textos canónicos de Oscar Hahn como Lee Señor mis versos defectuosos, Estrellas fijas en el cielo blanco, Cafiche de la muerte, La Anunciación según Fra Angelico (s. XV), Autorretrato hablado, Soneto manco, A una lavandera de Santiago, Los fantasmas de Lisboa, Arte poética, ¿Por qué escribe usted?, entre otros. Además, se incorporan algunos sonetos de tematización más reciente, como Ucrania bajo fuego. La escritura de Hahn en sus sonetos nos lo muestra como el poeta que en la poetización obtiene cotas altas en los distintos tópicos que atraen la atención, siempre con un lenguaje coloquial, depurado y exacto para crear las imágenes poéticas, donde una sutil ironía se hace presente. El motivo del amor y de lo sentimental siempre está allí en los versos omnipresente. El libro se cierra con el soneto en que explica -en sentido casi quevedesco- el por qué escribe: “Porque mañana porque ayer porque hoy/ porque el fantasma porque sí porque no/ Porque el principio porque la bestia porque el fin/ porque la bomba porque el medio porque el jardín…”. El soneto de apertura está muy bien puesto, ya que de un modo desacralizador refiere al tópico de la invocación a las musas de la antigüedad clásica, y que en los tiempos medievales se resemantizó con un sentido sacralizador: “Lee Señor mis versos defectuosos/ que quisieran salir pero no salen:/ ya ves qué poco valen mis esfuerzos/ y mis desdichas ay qué poco valen…” Sin duda de que el hablante lírico -la voz poética del sujeto traspuesto en el lenguaje de la figura del poeta- está haciendo uso del tópico de la falsa modestia, por cuanto la propia enunciación del discurso es una muestra palpable de que sí domina su oficio y que todo lector suyo sabrá apreciar.

En la contraportada de esta obra de Oscar Hahn se consignan dos apreciaciones críticas del ejercicio escriturario del poeta chileno donde se destaca como un rasgo distintivo de la producción suya el uso del verso libre, pero que como sonetista aúna también lo que prevalece en aquel, “el juego verbal con la musicalidad de las palabras” y que “asombra al lector con su gran calidad expresiva

Quienes lean esta obra de Oscar Hahn verdaderamente (re) descubrirán a un poeta mayor.

Por admin

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