El libro se inicia con un epígrafe que es una copla popular de España y América Latina: “Una mujer fue la causa/ de la perdición primera/ y no mal en este mundo/ que por mujeres no venga”. Esta copla introduce al lector/a en el sentido de lo que tratará la antología. Las mujeres serán las protagonistas de los diversos formatos escriturarios que se formulan.
Texto e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario.
La autora de este libro hace poco publicado es la destacada escritora argentina Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), a quien conocíamos por ser uno de los principales referentes de la escritura mínima, es decir, del proteico microrrelato. Es periodista, guionista y profesora en Letras. Se trata de una destacada intelectual hispanoamericana, que nos entrega esta enjundiosa antología con un título muy sugerente y provocativo para el eventual lector/a, al igual que el diseño de la portada que como paratexto también induce al receptor a adentrarse en las páginas del libro.
La denominación de la obra está constituida por tres vocablos, tres palabras o sustantivos, en una suerte de enumeración donde el centro de esta la ocupa el concepto de mujeres. De este modo, entonces, el núcleo se conecta en una forma de connotación con los otros dos. El lector/a podrá, en consecuencia, concluir que lo que trata el texto es del género femenino -la mujer- equiparable a las otras dos bestias -las cabras y las mulas-. Por tanto, hay un punto en común en el sentido de que se trata de seres con voluntad propia que muchas veces se niegan a obedecer a su dueño. La antología de Shua rescata de una abundante bibliografía ad hoc una serie de textos literarios y no literarios que muestran a las mujeres como indomables y con otros atributos muchas veces negativos que han marcado al género a lo largo de la historia. En este sentido, Shua muestra varios formatos donde se focaliza el interés de estas textualidades de visualizar a la mujer. El trabajo de Shua ha sido compilar, traducir y adaptar textos diversos de la tradición cultural universal donde la mujer aparece como entrometida, charlatana, curiosa, malvada, terca, vengativa, infiel, insaciable, …, pero no tonta.
El libro se inicia con un epígrafe que es una copla popular de España y América Latina: “Una mujer fue la causa/ de la perdición primera/ y no mal en este mundo/ que por mujeres no venga”. Esta copla introduce al lector/a en el sentido de lo que tratará la antología. Las mujeres serán las protagonistas de los diversos formatos escriturarios que se formulan. Es evidente que estos versos iniciales retrotraen en el tiempo la connotación de la mujer como causa de la perdición primera de la humanidad. Este paradigma es de corte bíblico y desde allí se expandirá. Por ejemplo, Fray Luis de León en La perfecta casada se pregunta si es compatible ser mujer y además inteligente: “Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios mayores ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son y conténtense con lo que es de su suerte, [y entiendan en su casa, y anden en ella] pues las hizo Dios para ella sola”. Lo escrito por el fraile y poeta renacentista, sin duda, que respondía a una discursividad patriarcal y con rasgos misóginos. La antología de Shua apunta a la literatura popular en la búsqueda de los cuentos, poemas, canciones y refranes que tienen un origen de índole oral en las diversas culturas y traspasados más tarde a la escritura. La literatura siempre tuvo este primer principio. En este sentido, de alguna manera, la obra de la escritora argentina dialoga con las denominadas formas simples de la literatura -como las denominó André Jolles en un texto donde están, por ejemplo, el mito, la legenda y el chiste y, por supuesto, el cuento. En una textualidad sumamente aclaratoria y pedagógica -que corresponde a una introducción o prólogo-, Ana María Shua indica los parámetros en torno a los cuales los textos antologados responden a los requerimientos de un imaginario de la mujer a lo largo de los tiempos donde como se ha dicho quedaron signadas con adjetivos calificativos con una denotación negativa. Escribe Shua que “en los refranes de todo el mundo, las mujeres se comparan sobre todo con animales, y también con objetos y con plantas (…) En todos los pueblos y culturas reaparece y otra vez el mismo tema. Siempre al margen de lo netamente humano, cuando se la considera posesión del varón se compara a la mujer con animales domésticos: cabras, ovejas, mulas, vacas, gallinas. Y cuando se la considera una amenaza se la compara sobre todo con animales a los que la tradición considera astutos, traicioneros, hábiles en las artes del engaño: cocodrilos, víboras, zorros y otros de la fauna local de cada pueblo”. La cita tomada del apartado Cabras, mujeres y mulas: bestias con voluntad propia, señala una manera cartográfica u hoja de ruta por la que el lector/a transitará una vez que ingrese en la materialidad de la textualidad. Efectivamente, los textos presentes en la obra de Shua están agrupados en varios segmentos que los aglutinan de acuerdo con tópicos, motivos, personajes y otras matrices escriturarias donde se va configurando la percepción de las mujeres. La urdimbre temática en textos provenientes de espacios lejanos y diferentes no cabe duda, responden al trasvasije o la transmisión que se produjo con el advenimiento de los viajeros a partir de la modernidad. El lector/a de esta obra de Ana María Shua cuando entre a esta variada textualidad encontrara esta programación temática: Un problema clave: la voluntad propia; Crueles, traidoras y vengativas; La herida que no cierra; La lengua condenada; Avatares del monstruo: esposas, viudas, madres, hijas, suegras, solteras y otros defectos; La menstruación y sus peligros; El engaño y la mentira, las artes del esclavo; Consejos para perfeccionar a mujeres defectuosas; La mujer perfecta. Dar cuenta de cada una de las textualidades mostradas por Shua es casi imposible. En el prólogo o la guía explicativa de la muestra seleccionada para la antología, la autora afirma que “los cuentos, refranes y poemas seleccionados (…) tienen en común el ser violenta y groseramente contrarios a la mujer. En buena parte son cuentos ejemplares que cumplen una función didáctica y vienen a demostrar que la mujer es un ser maligno en diverso grado”. Espigando entre las páginas mostramos como una manera de incentivo a la lectura a esta antología sorprendente, esta copla popular hispanoamericana: “Cuatro cosas tiene el mundo/ que son las más testarudas:/ las ovejas y las cabras/ las mujeres y las mulas”. O este proverbio italiano: “Todo proviene de Dios, menos las mujeres”. O este proverbio serbocroata: “El amor de una mujer es una red del diablo”. Del Talmud: “Es más fácil aplacar a un hombre que a una mujer. El primer hombre viene del polvo blando, pero la mujer fue creada de duro hueso”.
En definitiva, el texto de Ana María Shua es una antología verdaderamente recomendable. La escritora varias veces comenta y contextualiza los relatos, lo que es también para el lector/a un acicate complementario. Con cierta ironía cierra la introducción con este párrafo: “Y si alguien duda todavía de los temibles horrores que las mujeres son capaces de perpetrar, queda invitado a leer este libro”.
(Ana María Shua. Cabras, mujeres y mulas. Santiago: Zuramérica Ediciones & Publicaciones S.A. 2024. 294 pág.)
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