En julio de 1969 apareció una nueva edición de Desnudo en el tejado por la Editorial Sudamericana. En la contraportada hay una escueta presentación del autor. La imagen de la portada recoge icónicamente el sentido del cuento final -el microrrelato skarmetiano. – Probablemente esta sea la portada más sugerente de las ediciones que se han hecho del volumen cuentístico. Este es el ejemplar que leímos siendo liceanos. Hace algunos años atrás cuando el escritor visitó un colegio en Casablanca y fui invitado al encuentro que tuvo con estudiantes del establecimiento educacional, le llevé el libro con el fin de que estampara una dedicatoria. Se sonrió y entrecerró los ojos mientras nos decía que quería mucho ese libro y colocó la dedicatoria que sirvió para titular este texto recordatorio: “Para Eddie, estos cuentos de juventud”.
Texto e imagen, por Eddie Morales Piña. Crítico literario.
La primera aproximación lectora a la narrativa del escritor chileno Antonio Skármeta (Antofagasta, 1940-Santiago, 2024) ocurrió indudablemente en nuestra adolescencia cuando aún era alumno de enseñanza media en un liceo público de un pueblo -ahora se supone que es una ciudad emergente- que se ubica entre Valparaíso y Santiago, la capital del reyno. El libro tenía un título que, en su connotación, era atrayente, porque mostraba una vitalidad y un optimismo evidentes. Se trataba de El entusiasmo (1967). La portada en sí misma convocaba al receptor a un ejercicio de lectura. La imagen es la clásica zeta de la editorial Zigzag histórica. Allí en esa letra aparece una figura juvenil que corre o trota vislumbrada a través de una ventana cuyas persianas están semi levantadas, mientras que al otro lado hay un juvenil sujeto de lentes que le daba el toque intelectual y que esbozaba una leve sonrisa que andando el tiempo se iba a ampliar como una característica suya. La imagen era de Skármeta, mientras su cabeza se volatizaba y una sombra gatuna observaba. Esta portada era la puerta de entrada a un texto de cuentos -ninguno de los cuales se llamaba como el título- que desplegaban unas historias donde, efectivamente, se iba configurando una especie de poética incipiente skarmetiana que después se iría desplegando en las siguientes obras, especialmente cuentísticas. En la contraportada los editores decían que “continuando con su plan de revelar a los nuevos escritores chilenos, presenta El entusiasmo, de Antonio Skármeta, segura de hallar, en el público y en la crítica, el eco que viene cuando un gran escritor nace”. Sin duda que fue así, Skármeta se convirtió en un insoslayable escritor de aquella generación joven que le cupo experimentar el Golpe militar y sus consecuencias. En abril de 1973 aparecerá otro libro de relatos significativos con el título de Tiro libre donde prevalece el entusiasmo, además de otros tópicos de su narratividad.
En el intertanto, Antonio Skármeta, había ganado un relevante galardón literario: el Premio Casa de las Américas de Cuba en 1969. El volumen de cuentos lleva por título Desnudo en el tejado. Al contrario de su obra primigenia, el libro sí contenía un relato con el nombre que aparecía en la portada. La sorpresa se la llevaría el lector cuando llegara a este cuento postrero de la obra. Si en El entusiasmo no había un relato con tal nombre, en este volumen premiado, el cuento era como si no estuviera, pues contaba de dos líneas. En este sentido, Skármeta se transformaba como en uno de los pioneros de los microrrelatos -el género del tercer milenio- con su escritura minimalista, pero de múltiples resonancias en su aparente vacío textual que interpelaba al lector con un espíritu lúdico y carnavalesco -categorías bajtinianas– que siempre prevalecieron en la escritura skarmetiana. El jurado de Casa de las Américas que premió la obra en 1969 estuvo constituido por el colombiano Oscar Collazos, el chileno Carlos Droguett, la inglesa Jean Franco, el argentino Francisco Urondo y el cubano Onelio Jorge Cardoso. La edición de este libro que marca una impronta en la constelación narrativa de Skármeta publicada en Cuba es de abril de 1969. En esta obra hay relatos que son simplemente de antologías y que demuestran que el autor era un consumado narrador de la estructura verbal breve -que se llama cuento- y que, sin querer queriendo -como diría un personaje de la cultura popular a la que también fue proclive Skármeta- llevó a su expresión mínima en el relato titular: Desnudo en el tejado. Oscar Collazos en las portadillas de esta edición príncipe hace una certera síntesis de las características que se evidenciaban en los cuentos y que lo habían hecho a Skármeta merecedor del premio Casa de las Américas: “Sin duda, nos encontramos con un excelente libro de cuentos. La unidad estilística que encierra los seis trabajos, su constante búsqueda de una expresión no dramatizada del mismo drama que corre por debajo de cada anécdota y cada situación; el humor, efectos de distanciamiento, entendido como posibilidad crítica, evasiva de esa especie de autocompasión con que suele abordarse la realidad cuando reviste características desgarradas, profundos simulacros de humanidad violentada; todo esto va dándole a Desnudo en el tejado una estructura unitaria, lo va dotando de sentidos, de claves interiores que develan una sensibilidad alerta, puesta a la defensiva frente a todo riesgo de sentimentalismo, lugares comunes o convenciones literarias”.
En julio de 1969 apareció una nueva edición de Desnudo en el tejado por la Editorial Sudamericana. En la contraportada hay una escueta presentación del autor. La imagen de la portada recoge icónicamente el sentido del cuento final -el microrrelato skarmetiano. – Probablemente esta sea la portada más sugerente de las ediciones que se han hecho del volumen cuentístico. Este es el ejemplar que leímos siendo liceanos. Hace algunos años atrás cuando el escritor visitó un colegio en Casablanca y fui invitado al encuentro que tuvo con estudiantes del establecimiento educacional, le llevé el libro con el fin de que estampara una dedicatoria. Se sonrió y entrecerró los ojos mientras nos decía que quería mucho ese libro y colocó la dedicatoria que sirvió para titular este texto recordatorio: “Para Eddie, estos cuentos de juventud”. Por el año 2018, Antonio Skármeta, fue invitado a la Universidad de Playa Ancha en Valparaíso a un congreso de estudios literarios donde era la figura principal, por cuanto, además, iba a dársele un homenaje. En aquella oportunidad un amigo en común realizó una laudatio de Skármeta. Se trataba del escritor y académico Manuel Jofré, quien falleciera al año siguiente. En esa exposición, Jofré dio a conocer lo que para él era la poética skarmetiana que había comenzado a configurarse por el año de El entusiasmo y de Desnudo en el tejado. Esta apreciación teórica y estética de la escritura de Skármeta apareció en un libro antológico de Manuel Jofre que recoge una buena cantidad de textos teóricos que examinan la literatura chilena tanto en la poesía como en la novela, el teatro, el ensayo y el testimonio. En Canon y contra-canon: cursos y discursos de la literatura chilena (2018), sostiene el autor que en la escritura skarmetiana se evidencian, entre otros, los siguientes rasgos en la narratividad: una literatura de carácter nacional; creación de un estilo propio; conformación de un lenguaje vitalista; dignificación de lo popular; reivindicación de la mujer; el imperio del optimismo; rescate de los juvenil; revalorización de lo deportivo; presencia de una política genuina; una literatura de enraizamiento histórico; una narrativa artística y estética; refinamiento de la problemática corporal; incorporación de la temática del exilio chileno; una visión de mundo positiva, floreciente, entusiasta, estimulante; una literatura con un fuerte trasfondo filosófico… Los lectores de Skármeta en sus diversas modulaciones escriturarias podrán percatarse que efectivamente tanto en sus cuentos, novelas, obras de teatro y guiones de cine manifiestan estos hitos de la poética del autor. En 1973 en el mes de mayo, la Editorial Quimantú, publicó una antología de relatos que lleva por nombre El ciclista del San Cristóbal, el emblemático cuento que abre el volumen de Desnudo en el tejado, con un prólogo del escritor Ariel Dorfman donde manifiesta, entre otras consideraciones críticas y estéticas, que “el aporte más original y renovador de Skármeta está precisamente en la frescura y desabrochamiento de su lenguaje. El autor trata su prosa exactamente como los protagonistas tratan sus vidas…”. Esto es lo que Jofré llamó un lenguaje vitalista.
Leer y releer los cuentos de juventud de Skármeta es una verdadera orgía perpetua (Vargas Llosa, dixit en relación con la lectura permanente de la obra de Flaubert, Madame Bovary) donde el placer de la textualidad atrapa a quien incursiona por las historias narradas por estos narradores plenos de entusiasmo vitalista a pesar de estar experimentando situaciones trágicas o semi trágicas mediante un lenguaje donde se trasuntan los caracteres propios de su escritura como la sutil ironía.
Por último, en el año 2019 apareció una excelente antología de los cuentos de Skármeta con una selección y prólogo de Juan Villoro que lleva por título Los nombres de las cosas que allí había, donde nos volvemos a encontrarnos con algunos relatos de los textos primigenios, entre ellos El ciclista del San Cristóbal y A las arenas, dos relatos imperdibles como Desnudo en el tejado: “¿Y qué pretendes? ¿Qué viva desnudo en el tejado?”. Skármeta un cuentista excepcional siempre presente.
(Antonio Skármeta. El entusiasmo. Santiago: Editorial Zig-Zag. 1967. 182 pág.// Desnudo en el tejado. La Habana, Cuba: Casa de las Américas. 1969. 133 pág.// Desnudo en el tejado. Buenos Aires: Editorial Sudamericana. 1969. 143 pág.// Tiro libre. Buenos Aires: Siglo XXI Argentina Editores. 1973. 206 pág.// El ciclista del San Cristóbal. Santiago: Editorial Quimantú. 1973. 152 pág.// Los nombres de las cosas que allí había. Santiago: Alfaguara. 2019. 286 pág.//)
(Manuel Jofré. Canon y contra-canon: Cursos y discursos de la literatura chilena. Santiago: Piso Diez Ediciones. 2018. 422 pág.)
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