Sacerdote Mauro Ojeda (izq), en una procesión en Viña del Mar. Imagen desde Heraldos del Evangelio en Chile.

Los hechos se remontan a principios de la década de 1990, donde el sacerdote ejercía tanto en la parroquia Santa Bárbara de Casablanca como también en el Seminario San Rafael, de Lo Vásquez

(Crónica de Espacio Regional y apoyo prensa. Imagen vía Heraldos del Evangelio)

Por medio de una publicación en su sitio web, el Obispado de Valparaíso «informa a la comunidad eclesial que finalizó la investigación previa por presuntos abusos sexuales contra el presbítero Mauro Ojeda».

En dicha investigación, se determinó que «los hechos contienen antecedentes verosímiles para ser llevados a proceso jurídico canónico. Todos los antecedentes de esta investigación se enviarán a la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, ya que tres de los cuatro casos estudiados contienen actos de connotación sexual a menor de edad, ocurridos entre los años 1990 y 1995».

Prosigue el Obispado: «El sacerdote continuará con las medidas cautelares, por lo que no puede realizar actos públicos propios del ministerio sacerdotal. Recordando que el denunciado tiene derecho a la legítima defensa por lo que el principio de inocencia se mantiene hasta la finalización del proceso canónico. Nos unimos en oración, acompañando a quienes han denunciado y renovamos nuestro compromiso cristiano de fortalecer comunidades sanas y seguras según nos enseña el Evangelio».

RECOPILACIÓN DEL CASO POR THE CLINIC

A modo de recordar este caso de alto impacto en la comunidad católica porteña y casablanquina, el semanario The Clinic realizó un reportaje sobre la seguidilla de denuncias al Obispado de Valparaíso, bajo el título de «Los escandalosos abusos de los curas de la diócesis de Valparaíso».

En parte del reportaje, extractamos:

Mauricio Pulgar llevaba un par de meses en el seminario Pontificio San Rafael, ubicado a un costado del Santuario de Lo Vásquez, invitado por el mismo cura que chapoteaba en la piscina. Aquel que pedía a sus alumnos que lo llamaran “papito” y que visitó la casa de su padre para convencerlo de entregar a su hijo a Dios. Ojeda le habría dicho a Pulgar en otra ocasión: “Nosotros somos una familia espiritual y tenemos que acompañarnos, solo entre nosotros las cosas se entienden. Tenemos que guardarnos nuestras cosas, nuestra pobreza humana, la gente de afuera no las entiende”.

Pulgar tenía 17 años y desde los 13 aspiraba a convertirse en sacerdote. Fue acólito en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario en Quilpué, perteneció a las cruzadas eucarísticas y luego a un grupo de jornadas vocacionales. Sus padres se habían separado hacía poco y buscó refugio en la Iglesia. En 1992 ingresó al seminario y Ojeda, entonces captador de vocaciones, le recomendó que se alejara de su madre, insinuándole que era mal influencia por estar separada. El exseminarista hoy resume el periodo sumando dos elementos: “Tenía 17 años y me sentía solo”.

Pulgar fue el último en desnudarse y meterse en la piscina. Mauro Ojeda comenzó a jugar en el agua, pasaba por al lado de los seminaristas y les tocaba sus genitales. El muchacho arrancó del agua y se encerró en una pieza. “Me quedé dormido tapado hasta las pestañas”.

Para revisar el caso completo, aquí el link al reportaje de The Clinic.

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